Recién vengo de pasear por los blogs de aquí y allá, el viaje me hizo pensar un poco, veo como nos repetimos constantemente. pareciera que un aire existencialista nos invade y hace escribir, entonces leo frases llenas de tristeza y dulzura, que buscan conmover con el estilo y están barnizadas con surrealismo. ¿ya no hay ideas nuevas?¿tan atrapados estamos por la posmodernidad que con su pesimismo alimenta poesía barata?.
A veces creo que estoy afuera de eso, pero en seguida me doy cuenta que yo también voy surcando las mismas aguas, ¿dónde lo habré aprendido? Habrá sido leyendo Cortazar o Lacan, mirando obras de Dalí o viendo alguna película de Woody Allen. Tal vez en la Facultad o en el cine.
Hace poco fui al cine Gamount que esta en congreso. Con la intención fallida de ver la de Campanella, acabé en otra función. Se llamaba "el vestido". Durante un poco más de una hora, una chica se encuentra con hombre español con una doble vida, luego con un muchacho que parece de buena fe y tiene una hija preadolescente. La película transcurre en un constante flashback que se advierte por el color de pelo de la muchacha, pero que por momentos desconcierta. Con poco diálogo intenta hacer trascender frases existenciales que apelan a lugares comunes como el recuerdo, la memoria, los sentimientos y la realidad.
De toda la película sólo pude rescatar las tomas de las escenas que realmente eran muy lindas, pero mas allá de eso debo reconocer que me decepcionó un poco las falta de creatividad que hay para contar historias.
¿A qué viene esta anécdota? Prentendo hacerlo extensivo al arte actual en general, me cuesta encontrar cosas que me movilicen. Hace ya mucho tiempo que no veo una buena película, lo libros que me gustan tienen cincuenta años o más y la música también anda sin rumbo.
En definitiva quien soy yo para criticar si cuando leo lo que escribo las frases no me pertenecen y tal vez sean un collage de los discursos de otros. Y si resuena Foucault en esta conclusión no me sorprendería, aunque por ahí tampoco sea él sino algún otro que él leyó u otro que fue leído por el otro que fue leído por Foucault, que luego leí yo. Y hacia atrás tendiendo a infinito.
Es la era de la comunicación que fabrica eruditos y opinólogos. Todos hablamos, todos decimos, casi nadie innova. Estoy de acuerdo con Saramago que una vez dijo que la inteligencia de hoy en día radicaba en la capacidad de selección de la información que circula y no en su búsqueda desmensurada.
Quien tenga algo que decir que lo diga, mas quien tenga algo que callar, por favor que también lo haga.