lunes, 19 de abril de 2010

Llueve a cántaros

Llueve a cántaros.

Llueve hasta que se agote del cielo el agua.
Barre algunos desperdicios, ensucia con otros tantos.
El agua trae nuevas historias
las que no se cuentan en los días secos.

Parece que hoy lloverá hasta inundarnos.
Hasta inundar las casas, los baldes, las ollas,
las calles, los pozos y los pensamientos.
Pensamientos que estaban guardados
pero que la lluvia ha rebasado
y los convierte en palabras.
Palabras que van mojando
de a gotones la ropa que llevamos puesta,
ropa que tardara en secarse
así como tarda la vida en hacernos olvidar.

Llueve a cántaros y también a cantos
a voces ruidosas, trémulas, estrepitosas;
a golpes en los toldos, en los parabrisas,
en los corazones.
La lluvia tapa otros ruidos
los que están afuera,
se apropia de todo y nos despierta
¿cuándo se va a callar esta noche
que me mantiene en vela?
que no se calle ahora porque no quiero dormir.

Porque si dormir es volver al mundo seco
prefiero esta lluvia que arruga mis dedos.
Y si el refugio nos mantiene callados
prefiero que el agua nos anime a decir te quiero.